martes, 9 de julio de 2013

¿Vacaciones?

Llega el verano y con el las (¿merecidas?) vacaciones. Sin embargo, como cristiano ¿puedo tener vacaciones? ¿Hasta donde llega mi derecho a desconectar y hasta dónde la exigencia del Evangelio? ¿Tengo derecho como cristiano a "vacaciones"?




Quizás son algunas preguntas que te hayas hecho alguna vez. Para empezar, me atrevería a separar diferentes vertientes: por un lado está tu vida laboral/estudiantil y por otro tu vida cristiana. Aunque tú seas una única persona indivisible, funcionas por ámbitos: el trabajo, la familia, los amigos, el ocio, la fe (celebrada-compartida-alimentada)... Las vacaciones son un cambio que te afecta al trabajo o a los estudios y quizás a los amigos porque también ellos desconectan y quizás les veas con otra frecuencia.

Pero como cristiano, sin embargo, sigues creciendo, sigues necesitando alimentarte. Aunque estés en otro sitio, aunque no puedas compartir con la misma comunidad, aunque tus hábitos y horarios sean diferentes. Aun así, sigues siendo cristiano; como cristiano en tu contrato (entiéndeme el humor) no figuran vacaciones.

E incluso me atrevería a darle vuelta. Las vacaciones pueden ser una gran oportunidad de descubrir ese lenguaje de Dios en medios poco habituales: la lectura de un libro, un paisaje maravilloso, otra comunidad, una realidad social que te mueve y te inquieta, algún hábito que nos regenera, un curso que te abre puertas, una persona que creías desconocida... Es tiempo de construir la relación con Dios desde lo menos ordinario, quizás más desde el corazón, quizás desde lo extraordinario, quizás renunciando al relax y arriesgando esfuerzos y tiempos...

Son tus vacaciones, es tu tiempo. ¿Te vas de vacaciones con Dios? ¿Le llevas?

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