viernes, 22 de noviembre de 2013

Del calvario al paraíso. Cristo Rey -C-

A mí lo de Cristo Rey... qué quieres que te diga; me suena mal, me suena a desfasado, me suena a grandilocuente... y lo peor es que no me dice casi nada. Aunque la solemnidad se instauró en 1925, quizás en las Edades Media y Moderna, la figura del rey era la más aproximada para expresar un poder onmipotente y que lo abarcara todo. Y quizás esa sea la palabra que aparece detrás, que a mí me chirría con Jesús: poder.

En la actualidad, la monarquía, y mucho más los cargos políticos (los poderosos), no gozan de una opinión pública muy favorable. A la palabra poder, se la asocia innegablemente connotaciones negativas. Inmediatamente nos vienen unas cuantas a la cabeza: desfalcos, abusos, lujos, vivir alejado de la realidad, propaganda falsa, burbujas, mentiras, apariencias irreales, injusticias, escándalos (urbanísticos, financieros, sexuales, contra la salud pública...), matanzas, violaciones, despotismo...

Y sin embargo, hay otro tipo de poder, a mucha menor escala. El poder que tenemos cada uno. Yo pengo poder. Tú, que lees esto, tienes poder. Tengo poder en aspectos de las personas que me rodean. Tengo poder si tengo algún cargo que afecta a segundos y a terceros. Tengo poder sobre mis bienes y lo que tengo. Y tengo poder para hacer daño, o para alegrar, o para olvidar. Todos tenemos poder.

Jesús también tuvo su poder. Los últimos días de su vida, nos hablan de cómo lo ejerció:

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:

-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
 Lc. 23, 35-43.

Muecas, burlas, ofensas, humillación, recochineo, hundimiento de la autoestima... Parece que a Jesús no le entendieron bien. O no se le quiso entender. Al final de su vida, parece que no tenía poder para nada... ni siquiera para defenderse. Parece que algo no cuadra entre nuestra manera moderna de entender el poder a cómo lo entendió Jesús.

No hay otra manera de explicarlo si no es desde el amor. Sólo desde ese amor, el Calvario puede transformarse en paraíso. Porque para Jesús su poder es amar. Es su forma de entenderlo, aplicarlo, vivirlo y morirlo. Amar sirviendo. Amar perdonando. Amar muriendo.

¿Cómo actúo con "mis poderes"? ¿Dónde actúo con amor? ¿Dónde se alimenta mi amor?


Tu amor no se rinde. Evan Craft.

Un nuevo inicio nos ofreces
Los corazones a ti vuelven
Tu redención es persistente
Constante amor, constante amor

Me llevarás, llevarás en tus brazos Dios
Me cubrirás, cubrirás con tu eterno amor

Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde

La oscuridad hemos dejado
Y por tu luz somos guiados
Tu esperanza encontramos
Constante amor, constante amor

Me llevarás, llevarás en tus brazos Dios
Me cubrirás, cubrirás con tu eterno amor

Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde

Has abierto nuestros ojos
Caminamos en Tu libertad
Sin cesar tú lucharás
Para salvar la humanidad

Me llevarás, llevarás en tus brazos Dios
Me cubrirás, cubrirás con tu eterno amor

Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde
Tu amor no se rinde

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