jueves, 5 de diciembre de 2013

Diagnóstico de una enfermedad. Sobre el Adviento.

Lo reconozco. Tengo una enfermedad. Estoy adormilado. Me podría llamar pánfilo, anestesiado. Se que vivo de esta manera de forma natural e inconsciente. Mi rutina me hace vivir así.
Mi diagnóstico: indiferencia leve ante los demás, reconocimiento de que el corazón es un músculo que se mueve en algún sitio de mi pecho, percepción de la vida como una rueda cíclica que todo lo llega y todo pasa hasta el siguiente año, ausencia de ilusión.

El especialista me ha dicho que depende de mí, que no hay una medicina que me cure lo que me pasa. Que hay remedios caseros, pero que el problema es generalizado. Me dijo que le habían llegado varios casos últimamente. Será algún virus...

¿Sabes por qué decidí ir al médico? Por dos razones: porque me dí cuenta de lo que me pasaba, y porque quería cambiar y combatir esa enfermedad.

¿Has tenido este diagnóstico alguna vez? ¿Qué te hizo darte cuenta de tu "enfermedad"?


Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
Rm 13, 11.
 

El adviento. Eso me hizo darme cuenta de mi "enfermedad". Yo veía la mirada de un niño ante un escaparate, en una chica cuya cara se iluminaba (no sólo por su móvil) ante la llegada de un whatsapp, en la ilusión de un adulto al poner un belén, en esforzarse en hacer una felicitación de Navidad... Algo sentían otras personas y ¡hasta yo mismo sentí eso alguna vez!, que ahora yo no notaba. ¿Qué me pasa?

Voy más allá de clichés publicitarios, o de estados de ánimo adolescentes. El adviento es una oportunidad a drede, con intención. Me dice que no vale llegar de cualquier forma a la Navidad, que lo importante no es llegar, sino el camino. Porque más se saboerea el caramelo cuanto más ha costado abrir el envoltorio.

La rutina es muy poderosa. El adormecimiento de la ilusión ayuda a no sufrir posibles males futuros. Ver los años (o los cursos) como ruedas que girarán igual, hagamos lo que hagamos, nos ayuda desde la reflexión a contemplar la vida desde una perspectiva más integral.

Y precisamente por esto, tenemos el adviento. Depende de tí sumarte a la esperanza, a la ilusión, a vivir con los ojos abiertos, a ser alegre, a ser más Dios entre los tuyos...

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