jueves, 12 de septiembre de 2013

En tu barca 2: ¿Cómo es tu barca?

"La Morena" era una barquita pequeña que permanecía amarrada en un palo a la orilla del lago. Su dueño, un anciano pescador, la dejó atada una tarde de verano con la esperanza de volverse a subir a ella la mañana siguiente. Eso no llegó a suceder.



Allí llevaba "La Morena" una buena temporada, el tiempo la había adormilado. Sólo de vez en cuando algún ave la despertaba. Pero su vieja pátina de verdín y musgo ejercía sobre ella una fuerte modorra. Los herrajes se oxidaron, los remos se anquilosaron, el timón se atascó con la tierra y el lodo del lago y hasta llegó a encallar en la orilla donde descansaba.

Una tarde, una carpa la acarició su vieja quilla de madera.
* ¿Quién eres? -la preguntó la carpa-.
+ Una vieja. Una inútil.
* Te he preguntado quién eres, no cómo estás, ni quién crees que eres.
+ ¿Y eso qué importa? ¿No ves lo que soy?

La carpa siguió su curso por el lago en busca de algún banco de insectos. La barca quedó medio meditabunda. Aquellas preguntas la habían despertado. Sabía perfectamente lo que era, y sabía perfectamente que ya nada volvería a ser como antes. Seguramente ya no servía para lo que fue construída. Seguramente la humedad, el musgo, el barro la habían inutilizado.

Durmió, como quien se resigna a su realidad, como quien sabe que el futuro es una prolongación infinita del presente. Se dejó arrullar por el rumor del agua... y soñó.

Soñó que una corriente la movía, que sentía que sus maderas ejercían presión y fuerza contra el agua, que la tierra y el barro se deshacían al moverse, que el agua la rodeaba completamente...

* ¡Inténtalo!

"La Morena" no sabía si era la realidad o el sueño lo que estaba viviendo. Siempre quiso explorar el gran lago, ir a la isla a buscar la compañía de otras barcas y servir para llevar y traer gente.

Sintió un empujoncito. Sabía que no era un sueño. Era verdad. Real. La carpa estaba empujando. Despertó como nunca lo había estado. Percibió todo su alrededor: los árboles, los juncos, el horizonte con la isla lejana, los pájaros, la orilla, el palo... ¿la cuerda?

La cuerda estaba suelta. Quizás llevaba suelta días, meses, años. Quién sabe.

Sintió otro empujón. Y entonces se sintió viva, grácil, flotaba, se balanceaba. Y sintió dudas. ¿Seguiría flotando? ¿No entraría agua? Entonces todo estaría perdido.

Cerró los ojos. Apretó los puños. Cogió el timón. Y se adentró en el lago.

¿Cómo es tu barca? ¿Te reconoces en algo de la barca? 
¿Tienes musgos? ¿Te ha entrado agua? ¿Estás enfangad@? ¿Te sientes amarrad@?

¿Alguna vez te has dado cuenta de que estabas aletargad@?
¿Han aparecido en tu vida "carpas" que te han empujado y despertado?




Sin amarras (ixcís):

Es tiempo de partir,
es tiempo de arriesgar,
es tiempo de vivir,
es tiempo de marchar.

No hay que mirar atrás,
sólo hacia el ancho mar.
Guíame, tú, Señor.
No quedan amarras ya,
no quedan amarras ya.

Sal de tu tierra ya,
no hay que mirar atrás.
Guíame, tú, Señor.
No quedan amarras ya,
no quedan amarras ya.

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